Compré otros 3, sin un dueño fijo.
El primero lo hice para mi madre a petición suya.
Lo hice de manera muy sencilla. Después de 2 o 3 manos de pintura acrílica color mantequilla, recorté unas calas que tengo en papel de arroz, las pinté de blanco por detrás para que la parte blanca de la flor no se volviese amarilla y las pegué.
Terminado de barnizar con spay satinado, lo adorné con unas tiras de puntilla.
Le ha gustado mucho, y a mí también.
(He descubierto una cosa: siempre siempre siempre hay alguna pelusa a la que se le ocurre aterrizar sobre el barniz recién echado. Yo lo llamo "efecto pelusa", y estoy bastante harta de él, jajajaja...)
El siguiente malma lo hice para mi hermano, también a petición suya.
Le gustan mucho los hibiscos, así que me pidió si le podía hacer un malma a él con un montón de hibiscos de colores.
¿Hibiscos de colores? WTF? Me imaginé una cosa tan fea y hortera que me negué a hacerlos de colores. Le propuse el blanco y negro y aceptó.
Me puse a diseñarlo en mi mente y quedaba genial, eso sí, con los hibiscos que yo tenía en una plantilla. Así que calqué las flores y las pinté a mano, porque terminaría antes.
Me quedó genial, y a mi hermano le encantó.
Lástima que él una noche, haciendo gala de ser el más patoso de la familia, derramó un bote de disolvente y, como pensó que no había sido nada, no le dio más importancia.
A la mañana siguiente, el medio bote de disolvente que había derramado se había comido toda la pintura de la parte de atrás del malma, había desgraciado la cola del espejo y había desencajado el marco de madera...
Un montón de horas de reparación y masilla para madera (fue la parte superior derecha) arreglaron el estropicio.
Y, por último, un malma que me dio muchísimo trabajo.
Comencé a diseñarlo para niña y venderlo.
Por una coincidencia, cambié de planes cuando mi hermano me lo pidió para la niña que acababa de tener un amigo suyo.
Entonces, al pintarlo, decidí echarle pintura nacarada rosa y no fui capaz de dejarlo como quería.
Eché más cantidad de pintura y fui borrándola con una servilleta. El efecto quedó chulísimo.
Caí en que ese color no iba a quedar bien con los dibujitos, así que se me ocurrió la brillante idea de pintar las zonas del decoupage con rosa claro.
Sí, sí... Todo bien, hasta que pinté de nuevo con nacarado, y me quedaron unas marcas cuadradas espantosas. (¡GRRRRRRRR!)
Después de la rabieta, me puse a lijarlo todo hasta darle un aspecto desgastado y precioso. Vale, ya estaba.
Después de 2 manos de barniz me cansé y le eché barniz en spray. Al ser barniz de bricolaje, se me estropeó al darle spray.
Me quedó el barniz todo arrugado y raro. El rebote y lo triste que me puse fueron épicos, peeero por casualidades de la vida, una buena amiga me envió un mail que leí en el momento más oportuno.
Le di una segunda oportunidad (o una cuarta) al malma y al decoupage, y terminó gustándome el resultado.
Le he sacado el lado bueno a mi error: ¡ya sé hacer un nuevo efecto, aparte del craquelado! Jajajajajaja...
Ahora, esperaré pacientemente a que mi hermano le entregue el malma a su futura dueña, y a que me cuente la opinión de los padres.
Le diré a mi hermano que le dé mi teléfono a sus padres por si le quieren poner nombre y fecha...
Detalle del desastre:
Espero que os gusten. Os mando un besote, y os deseo que paséis un buen fin de semana.